La suerte de los pueblos ribereños del río Magdalena parece ser la misma durante las temporadas invernales.

Pese a que todas las autoridades encargadas de la vigilancia, monitoreo y control de los pronósticos de precipitaciones, caudales y zonas de riesgo, siempre cuentan, al menos es lo que se cree, con informaciones de primera mano para tomar decisiones, nunca actúan de manera preventiva sino reactiva. Es decir, cuando ya la tragedia está encima cuando bien pudieron ejercer las acciones para evitar lamentables emergencias.

Recientemente tenemos el caso de Salamina, en el departamento del Magdalena, municipio en el cual lamentablemente aplicó, haciendo la parodia, la novela de Gabito ‘Crónica de una tragedia anunciada’.

Pese a los reiterados llamados de la comunidad, las autoridades se hicieron las de los oídos sordos y solo cuando la fuerte erosión comenzó a causar los estragos suficientemente anunciados, fue cuando autoridades como el Ministerio de Transporte, Invías, Cormagdalena y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres -UNGRD- fue cuando decidieron su show mediático de intervención.

Es la misma situación que se viene presentando en el municipio de Magangué, en donde al menos 22 barrios están amenazados de un desastre por la fuerte creciente del río Magdalena.

Pero no se trata de un hecho que ha surgido de la noche a la mañana.

“Lo que ocurre es que desde el mes de marzo del 2021 hemos venido señalando la problemática que vive Magangué, específicamente lo que se registra en el barrio Girardot, sin encontrar compromisos serios que conduzcan a resolver el peligro inminente en que está la cabecera Municipal”, sostienen los preocupados y angustiados habitantes. 

Ante el silencio cómplice de las autoridades correspondientes, frente a la grave situación, este sábado decidieron marchar por las diferentes calles de Magangué reclamando la presencia de las y soluciones concretas sobre el tema.

“Recorrimos con miembros de la comunidad y observamos que el peligro sigue más grave, porque a pesar de haber colocado unas estructura o sacos llenos de material común, aún se presenta la filtración que mantiene latente el riesgo, solución transitoria que no da tranquilidad y lo peor es que los trabajos que estaban adelantando están abandonados y no hay respuesta de ninguna autoridad municipal, departamental o nacional que se pronuncie”, manifestaron indignados. 

Los magangueleños también lamentan esta recurrente situación, sin solución alguna.

“Que suerte tenemos los magangueleños. Parece que cargamos con un karma, el abandono y la desidia de las autoridades es nuestro pan de cada día. Todo es a medias, inconcluso, tratando siempre de sacar provecho, y la comunidad siempre es la que paga los platos rotos”, advirtieron.

Las críticas a las autoridades se han hecho extensivas al Alcalde de Magangué Carlos Cabrales Isaac, y a la empresa Veolia.

“No más obras en las que no se sabe para dónde coge la plata”, expresaron durante la manifestación.

Por su parte, habitantes del corregimiento de Madrid acompañaron la manifestación para señalar que la dirigencia política también se muestra ausente en esta situación.

“Los políticos solo llegan en tiempo de elecciones y después se pierden. El corregimiento está inundado”, señaló una representante de la comunidad.

Entre tanto, la Defensoría del Pueblo se pronunció señalando que “ha venido advirtiendo sobre el riesgo y el peligro inminente en que se encuentran 22 barrios del municipio de Magangué ante la situación de amenaza de desastre por la erosión que puede generar el colapso del jarillón que bordea el barrio Girardot”.

Precisó que por tal razón convocó el viernes a las autoridades locales, la Unidad de Gestión de Riesgo, Procuraduría y representantes de la Asamblea y Concejo “para avanzar en una solución a las comunidades que viven en permanente zozobra”.

“La Defensoría pidió acciones urgentes para reducir y mitigar los riesgos, priorizar esta problemática y actualizar el plan de gestión de riesgo y la estrategia de respuesta, así como el plan de contingencia”, puntualizó.

En todo caso, los habitantes de Magangué temen que les suceda algo similar como lo del Canal del Dique el 30 de noviembre de 2010, cuando el fuerte caudal produjo la ruptura del carreteable Calamar - Santa Lucía generando la gran inundación en el sur del Atlántico.

Mientras las autoridades actúan ya la creciente comenzó a tumbar las casas en la ribera.